Memoria Epistolar | Espacio Transitorio
Michel Blancsubé.

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En un Lugar de la Frontera
Inés Maldonado

Ciudad de México, diciembre de 2014

Obra en Obra: Javier Areán
Jimena Hogrebe

Ciudad de México, 13 de julio de 2016

Excesos Criticables fue el título de la intervención que Javier Areán hizo para Obra en Obra. Fueron dos murales de los edificios multifamiliares de Tlatelolco los que la compusieron. Con ellos, Areán propuso “abrir una ventana por la que se mire, desde el interior de un espacio doméstico, el exterior de otro espacio habitacional; uno que es representante del abuso del poder sucedido en nuestro pasado cercano.” Con este trabajo en los muros buscó “evidenciar, además, la conexión de ese pasado con la realidad que vivimos en nuestro país en el presente.” La conexión entre el presente y la tragedia de Tlatelolco en 1968 partió de las palabras de Gustavo Días Ordaz que el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, parafraseó recientemente: “Hemos sido tolerantes hasta excesos criticables.” La repetición del discurso conectado a uno de los mayores crímenes de Estado sobre la población civil en nuestro país, fue una problemática evidenciada y denunciada con esta exposición.

Uno de los murales se ubicó al exterior de la casa en lo que será el patio trasero. El multifamiliar amarillo mostaza sobre un cielo rosa se pintó sobre dos planos encontrados en esquina. Provocó cambios en la experiencia del espacio interior de la casa. El muro trasero, la colindancia, se convirtió en una ventana al exterior, a la realidad. Además, el color iluminó el espacio interior. Con la luz del poniente, por ejemplo, el espacio se cubrió de un tono rosado cálido, cambiando el ambiente frío y gris de la obra en proceso.

En el otro mural, ubicado en el interior, el multifamiliar también se pintó amarillo mostaza y en esquina, pero sobre un cielo verde. Parecía un diálogo con el gran ventanal hacia la calle que mira la gran fronda también verde del árbol que está afuera, que puede tocarse si uno se aventura a estirarse por el hueco horizontal. Con la luz de la tarde, la sombra de esa fronda pintaba el mural, provocando otra conexión con la realidad vista desde el espacio doméstico. Los colores de este mural, también le daban vida al espacio gris de la obra y contrastaban con las capas de polvo acumuladas que se levantaban con el viento, descubriendo así el pasado presente.

El desdoblamiento de los murales en dos muros encontrados provocó un efecto interesante de perspectiva. Desde algunos puntos los edificios se percibían deformados, pero con el movimiento del cuerpo y la mirada por el espacio, esto se modificaba. La perspectiva deformada, junto con la combinación cromática con toque fantástico, parecían un comentario sobre una realidad increíble. Sobre la constante sensación de vivir en un país en el que lo imposible es posible, en el que la mirada siempre está filtrada y distorsionada.

Ambos murales fueron pintados de noche siguiendo las líneas formadas por imágenes proyectadas con aparatos distintos por la específica configuración espacial. Murales pintados de noche en una gran casa construida de día. Ventanas en paredes a realidades imposibles; el sueño del multifamiliar que se perdió a finales del siglo XX, pero que se mantiene en nuestras memorias como uno de los grandes logros de la modernidad mexicana. Como un gran proyecto social que se cubrió de sangre aquel día de 1968 y, después, en 1985 cuando algunas de sus torres se vinieron abajo.